Hay personas capaces de llegar a tocar el Alma, y son muy pocas. Se cuelan por los resquicios del escudo del ego y acarician suavemente el corazón, haciéndonos recordar esa sensación tan familiar de lo amoroso, lo bello, lo armónico y fraternal. Nos hacen sentir como en casa, afines y unidos formando parte de algo más grande.
Hay otras personas que pueden ser excepcionales en la vida de un@, marcándonos con su sutileza penetrantemente profunda provocan una transformación interna capaz de desmoronar cualquier tinglado mental que nos hayamos construido. Son capaces de abrir el camino que conduce a lo Divino. Estremeciendo todos los rincones de nuestro Ser, evocando a lo Divino en cada mirada, cada impulso, cada deseo. Nos agitan por dentro haciendo que nos cuestionemos la veracidad de las emociones, los pensamientos, creencias y estructuras que damos por sentado. Son mensajeros de Luz, portan el mensaje de los Dioses del camino a la felicidad. Nos ayudan a soltar los miedos a mirarnos plenamente, a vivir con intensidad, a seguir nuestra intuición y sabiduría, en definitiva, a ser libres.
¿Quién no querría cruzarse con un@ de ell@s?
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