martes, 3 de enero de 2017

Acompañamiento a la muerte

En el trabajo como Terapeuta del Alma se ve constantemente que una de las necesidades que tenemos todos es la de morir, o mejor dicho Bienmorir. Y con esto no me refiero únicamente al cuerpo físico.

A lo largo de la vida van ocurriendo cosas. A algunos sucesos no les damos importancia y, sin embargo, otros es posible que nos marquen de por vida provocándonos cambios profundos y notamos que ha habido una transformación interna, ya no somos los de antes.

Estos cambios requieren una muerte de algo que ya acabó para que algo nuevo surja. Se ve muy claro en el caso de la adolescencia, el niño o la niña que fuimos se transforma en adulto o adulta y por lo tanto deja de existir, muere.

Pasa lo mismo con las etapas o acontecimientos marcantes de la vida en general. Cuando algo ya deja de ser, se transforma en algo nuevo. La antigua forma perece y surge una nueva. De forma natural esto se puede ver en la naturaleza: en los vegetales, los animales, los ríos... Toda la creación está inmersa en el ciclo vida/muerte en el que una da lugar a la otra, dos caras de la misma moneda que conforman un todo.

La actitud que se tenga ante estas transformaciones o cambios, va a condicionar la forma en la que se hará la transición. Por ejemplo, si alguien tiene miedo a dejar de ser lo que fue porque no sabe cómo será ser otra cosa, esto creará un obstáculo, una resistencia que le producirá dolor. Cuanto mayor sea la resistencia, mayor será el sufrimiento. Esto sirve para cualquier tipo de muerte (física o interna).

Aprender a soltar los pesos y lastres de nuestra alma, a parte de ser una liberación, es una forma de reconciliarse con un@ mism@, de acercarse más a verse tal y como un@ es en realidad (porque cada lastre, cada dolor, condiciona y opaca la visión del mundo y de nosotr@s mism@s) y de prepararse para el gran examen final, que es la muerte física. Soltar es aceptar el fluir de los acontecimientos y su naturaleza cambiante.

Por eso es importante ir haciendo el trabajo, en la medida de lo posible, durante la vida. Aún así, en caso de que la muerte sobrevenga y queden cosas pendientes, es posible ayudar y acompañar a la persona en la resolución de sus asuntos para que pueda partir en paz y de forma serena. También los familiares y las personas del entorno pueden hacerse partícipes de este proceso, y muy seguro, saldrán aliviados, enriquecidos y agradecidos por la experiencia.



No hay comentarios:

Publicar un comentario